Candado al volante
Un soplido antes de girar la llave puede evitar funerales
Hay llamadas que parten la vida en dos. Y hay llamadas que no llegan porque alguien sopló antes de arrancar. Ese pequeño silencio —sin sirenas, sin prisa— es el regalo que hace un interlock. Un aliento, un semáforo, una vida. No trae moño; trae paz.
No es control; es cariño con cableado. Es decirle a tus hijos: confío en ti, pero confío más en que vuelvas. Prefiero un berrinche a un velorio. Prefiero un “me cuido” a un “si tan solo”.
Cómo funciona: soplas; si detecta alcohol por encima de un umbral bajo (≈0.02), el motor no responde. En marcha, hace pruebas aleatorias para evitar “trucos” con terceros. Y no, el coche no se apaga si fallas una prueba en ruta: registra, avisa, protege. La seguridad primero.
¿Sirve? Sí. Mientras están instalados, los interlocks reducen alrededor de 70% las reincidencias por manejar alcoholizado. Y cuando el alcohol sube a 0.05–0.08, el riesgo de chocar ya se dispara; por encima de 0.15, el peligro es crítico. Las matemáticas son frías; las consecuencias no.
Miremos la foto grande: las lesiones de tránsito son la primera causa de muerte entre los 5 y los 29 años. Eso no es destino; es decisión… y puede desactivarse con aire.
¿Es caro? Instalación: 70–150 USD. Renta/monitoreo: ≈50–120 USD al mes según proveedor y estado. Caro es el hospital. Caro es la culpa sin fecha de caducidad. Caro es explicarle a un hermano por qué su risa ya no va a sonar en la casa.
Manual exprés de familia: 1) Se compra hoy. 2) Se instala en el coche de tus hijos. 3) Se firma el pacto: si hay alcohol, no hay volante. No es castigo; es blindaje emocional. Un límite visible que les presta futuro.
No esperemos la reforma perfecta ni al fabricante mesiánico. El mundo ya inventó esto; lo que falta es decidirnos. A veces la diferencia entre “aquí estás” y “aquí te extraño” son tres segundos de aire exhalado. Un soplido. Eso es todo. Una exhalación antes de girar la llave a cambio de lo único que no tiene reemplazo.
Para quienes no regresaron, y para quienes siguen pagando las consecuencias, que su ausencia nos obligue a elegir vida… antes de que el motor arranque.