La decisión más importante de tu vida
Elegir con quién compartirla, no con quién sobrevivirla.
No hay carrera, inversión o casa que pese tanto como la decisión de con quién vas a compartir tus mañanas. Y sí, lo digo sin dramatismo: esa elección puede construirte o disolverte en silencio. Pero hay algo que casi nadie te dice: divorciarte no significa que alguien falló. Significa que, en su momento, dos personas eligieron caminar juntas con las mejores intenciones y, con el tiempo, entendieron que crecer a veces también implica soltar. Y eso no borra lo vivido; lo honra.
Lo más injusto de un final es que la memoria suele hacer trampa: guarda los últimos minutos y olvida la película completa. Los buenos años se quedan entre fotos, entre risas que siguen sonando aunque ya no se escuchen. Existieron, y fueron muchos. Lo suficiente para decir que valió la pena.
Para quien aún no ha elegido, dejo una sugerencia que no está en ningún manual de pareja, pero que la neurociencia respalda: cuéntale un chiste que a ti te dé muchísima risa. Si no se ríe, párate y vete. No es arrogancia; es química cerebral. La risa compartida sincroniza ondas, libera dopamina y oxitocina, activa zonas espejo del cerebro y crea un idioma invisible: el de los que entienden el mundo con la misma música. Si no coincide el ritmo, no hay compatibilidad emocional, hay cortesía. Y una vida entera negociando la risa, es una forma elegante de tristeza.
Ese “tip” parece banal, pero resume una verdad feroz: la vida es muy corta para explicar tus chistes a quien no los siente. La risa compartida no garantiza amor eterno, pero sí revela si habrá complicidad, y sin complicidad no hay hogar posible.
Quienes ya tienen edad de decidir —de verdad decidir— entenderán que no se trata de buscar a quien te complete, sino a quien te acompañe sin restarte. Que amar no siempre significa quedarse, a veces significa agradecer el tramo recorrido y seguir con gratitud, sin culpa ni rencor.
Porque el amor no fracasa cuando termina; fracasa cuando se queda sin alegría.
Y cuando llegue el momento de elegir, háganlo simple:
¿Todavía nos reímos juntos?
Si la respuesta es no… el amor ya se fue antes que ustedes.