R econoce R

Lo que das regresa, si lo das de verdad.

Autor de la columna

Hay palabras que se leen igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda. No cambian al mirarlas al revés.
R econoce R es una de ellas.
Un espejo en sí misma. Una advertencia elegante de la vida: lo que niegas, vuelve; lo que agradeces, también.

Reconocer no es mirar atrás con culpa, es mirar hacia adentro con verdad. Porque al final, todo lo que lanzas —un gesto, una palabra, una intención— regresa con tu nombre en el sobre. La gente no te trata como eres, te refleja. El mundo no te castiga ni te premia: te copia.

Por eso, si siembras juicio, te cosechas cansado; si das respeto, te reconoces en paz. Así funciona la ecuación palíndroma de la vida: de aquí para allá y de allá para acá, lo mismo vale.

R econoce R también significa verte sin disfraces. No desde el ego, desde la conciencia. Admitir que algunas heridas no las causaron otros, sino el silencio con que nos justificamos. Que hay batallas que solo existen porque seguimos peleando con fantasmas que ya se rindieron.

La neurociencia lo explica con poesía involuntaria: el cerebro registra gratitud y autoengaño en los mismos circuitos, pero con efectos opuestos. Una te libera dopamina; la otra, cortisol. En resumen: reconocer te aligera, negarte te oxida.

Por eso, antes de buscar culpables, mírate al espejo y pregúntate: ¿me reconozco?
Porque si no reconoces tu parte en lo que vives, la vida te lo repetirá en mayúsculas.

Todo lo que no aceptas se repite.
Todo lo que reconoces, se transforma.

Así que empieza el juego palíndromo:
De ti a ti.
Del error al acierto.
Del pasado al presente.
De aquí para allá… y de allá para acá.

Porque R econoce R no es solo palabra, es movimiento: un ciclo que se cierra cuando entiendes que nadie gana escondiéndose.

Y cuando por fin te mires sin juicio, verás que el reflejo no pide perdón:
solo te devuelve la paz que diste.